Estas hebillas para correas con forma de calavera nos traen una historia sobre el día de muertos
En cada noviembre que viene, la abuela nos trae como siempre, historias, sorpresas. Papeles picados con mil calaveras. Pan rosa endulzado y atole de fresa. Y racimos inmensos de flores del muertos. Unos comales, tortillas, aguacate, cobal,… también chocolates. Naranjas, plátanos…
Más tarde sentados juntito a la abuela todos escuchamos sus calaveras, que cuentan la vida de los esqueletos y dan mucha risa sus cuentos de muertos. En un cementerio tocaba una orquesta pues todos los muertos andaban de fiesta. Las damas con falda los hombres de negro, llevaban corbata con saco y sombrero. La orquesta tocaba guarachas, boleros, rancheras y danzas con ritmo rumbero. Dos muertos bailaban un triste bolero pero se enredaban con sus esqueletos.
Los muertos se suben volando hasta el cielo. ¿Será que las nubes son hechas con huesos? Termina la tarde se lleva los versos, se siente en el aire perfume de incienso. Las velas dibujan sobre el pavimento caminos que cruzan a los cementerios. Con música y flores y con alimentos, en muchos panteones hay fiesta de muertos. La abuela vendrá con todos sus cuentos y hará un nuevo altar del día de muertos.
S/A “Día de muertos: relatos de niños purépechas.” México, SEP-Inti, 2006.
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